Tracto corticobulbar
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De todos los neurólogos cuyo nombre se conmemora en el uso cotidiano, el de Babinski quizá no supere al de Romberg en frecuencia, pero eclipsa a todos en su impacto dramático e implicación clínica. Se dice que Wartenberg evocaba su nombre al rechazar un compromiso con un emotivo “¡Por el gran Babinski, no!”.1 Parece importar poco que Remak describiera por primera vez la respuesta plantar extensora en un paciente con mielitis transversa en 18932:
“Por lo tanto, si el comienzo de la afección está por debajo de la cabeza, como la membrana de la médula espinal, las partes homónimas y conectadas con ella están paralizadas; la derecha en el lado derecho y la izquierda en el lado izquierdo. Pero si la cabeza está afectada principalmente en el lado derecho, el lado izquierdo del cuerpo estará paralizado; y el derecho, si en el lado izquierdo. La causa de esto es el intercambio en el origen de los nervios, pues no pasan por el mismo lado, el derecho por el derecho, hasta sus terminaciones; sino que cada uno de ellos pasa al otro lado desde el de su origen, decusándose en forma de letra X”.
Lesión de la neurona motora inferior
El primer paso hacia el diagnóstico y la terapia es reconocer que el paciente tiene algún tipo de patología medular. Esto puede ser más difícil de lo que parece, ya que la enfermedad de la médula espinal es poco común y no suele ocupar un lugar destacado en nuestra lista de consideraciones.
La mielopatía aguda se define como la que alcanza un pico de gravedad en las primeras 24 horas, la subaguda se define como la que alcanza un pico en el plazo de 1-21 días, y la crónica se define como la que alcanza un pico después de >21 días. Las mielopatías agudas suelen reflejar eventos vasculares o traumáticos, mientras que las mielopatías subagudas y crónicas tienen un diagnóstico diferencial más amplio. La división entre aguda/subaguda/crónica suele ser imprecisa (por ejemplo, algunos procesos pueden progresar de forma gradual o aguda). El diferencial que se expone a continuación se centra en los procesos agudos y subagudos, ya que es más probable que se encuentren en la unidad de cuidados intensivos.
Tracto corticoespinal anterior
Dominar la neuroanatomía canina y felina es una tarea formidable. La complejidad de la materia a menudo desanima al estudiante de veterinaria, así como al clínico, a dominar la neurología clínica. Aunque la comprensión de la neurología clínica depende de un conocimiento práctico de la neuroanatomía, no es necesario un conocimiento intrincado de la misma. En este capítulo se revisa la neuroanatomía funcional y disfuncional básica necesaria para entender la exploración neurológica (tratada en el capítulo 2) y para interpretar los signos clínicos de disfunción neurológica. Se describen simultáneamente las funciones normales de áreas específicas del sistema nervioso, así como los signos clínicos de disfunción.
Síndrome de la neurona motora superior
La neurología es el área en la que parece haber un abismo creciente entre muchos médicos de familia y neurólogos, posiblemente porque muchos médicos generales consideran que no tienen una formación adecuada en este campo [1,2]. Nicholls y Appleton afirmaron que “muchos médicos tienen una exposición neurológica limitada y, por lo tanto, son neurofóbicos” [2]. Esta parece ser una situación triste y que debería remediarse fácilmente, si los neurólogos proporcionan el material educativo adecuado [3].
Uno de los aspectos más importantes de la evaluación neurológica es la localización de la(s) posible(s) lesión(es) dentro del sistema nervioso, ya sea el sistema nervioso central (SNC) o el sistema nervioso periférico (SNP). Esto revela el lugar de cualquier patología neurológica que se presente al médico, especialmente al médico de cabecera. El documento que sigue llevará al lector a través del proceso de localización de una presentación neurológica.
La localización neurológica es un poco como completar un crucigrama o un sudoku. Hay que prestar especial atención a las pistas que se ofrecen y luego formular una estrategia para abordarlas. Es como jugar a un juego intelectual en el que el clínico tiene un privilegio especial y una ventaja, basada en una comprensión adecuada de la neuroanatomía y la neurofisiología. En este artículo no se revisará la realización de una consulta neurológica, sino que se ofrecerá una hoja de ruta sobre cómo evaluar los hallazgos, como consecuencia de esa valoración.