Fractura del cóndilo femoral
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La figura A es la radiografía de un varón de 45 años que acude a la sala de traumatología tras una herida de bala. En la exploración se identifican dos heridas, una anterior y otra posterior. Usted realiza un ABI. ¿Cuál de los siguientes resultados aumentaría su preocupación por una lesión vascular asociada y le haría solicitar una angiografía por TC?
Los implantes de ángulo fijo se utilizan a menudo para la fijación de fracturas de fémur distal. En las figuras A, B y C se muestran tres implantes de uso común (implantes A, B y C) respectivamente. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es cierta en relación con estos implantes?
Un varón de 44 años se ve implicado en una colisión con una motocicleta y presenta las radiografías que se muestran en la figura A. Se obtiene una tomografía computarizada que muestra la extensión intraarticular de la fractura, y se planifica la colocación de una placa lateral bloqueada con fijación de tornillos intercondilares. ¿Cuál de los siguientes puntos es importante durante la operación para garantizar que los tornillos intercondilares queden dentro del hueso y tengan la longitud adecuada?
Tratamiento del cóndilo femoral lateral
Las lesiones condrales de la rodilla son lesiones del cartílago articular de la articulación de la rodilla. (La expresión coloquial “lesión del cartílago” podría incluir también las roturas de menisco, que es una categoría de enfermedad totalmente distinta). Las lesiones condrales incluyen tanto los defectos focales únicos como los daños difusos más característicos de la enfermedad articular degenerativa. Los defectos focales agudos pueden acompañar a lesiones como la rotura del LCA y la luxación rotuliana. El daño del cartílago articular puede verse con o sin cambios en el hueso subyacente. Cuando la patología ósea está ausente, la reparación del cartílago superficial puede ser muy útil desde el punto de vista clínico, mientras que cuando hay cambios óseos, el daño del cartílago no es más que la manifestación superficial de la enfermedad, y tratarla por sí sola suele ser inútil.
La rodilla es una articulación sinovial articulada y consta de dos articulaciones: la tibiofemoral y la patelofemoral. Los cóndilos medial y lateral del fémur se apoyan en la meseta tibial para formar la articulación tibiofemoral. La cara anterior del fémur distal (tróclea) se une a la rótula para formar la articulación patelofemoral. En resumen, el cartílago articular (hialino) disminuye la fricción y distribuye las cargas. La clave de ambas propiedades es el agua: el cartílago articular contiene condrocitos, proteoglicanos y moléculas de colágeno (casi todas de tipo II), pero al menos 2/3 de su masa es agua. El cartílago articular tiene zonas características, en las que los aspectos más superficiales de la zona tienen el colágeno orientado en paralelo a la articulación (para el deslizamiento) y la capa profunda tiene su colágeno orientado en perpendicular a la articulación (para la compresibilidad). La capa más profunda, la tidemark, está calcificada y se adhiere al hueso subcondral (Figura 1). Esta organización distingue al cartílago articular del fibrocartílago que aparece en algunas respuestas de curación. El fibrocartílago carece de esta organización y, por tanto, carece de las propiedades mecánicas normales y de la durabilidad del cartílago articular.
Lesión del cóndilo femoral lateral
El cartílago hialino cubre las superficies articulares y desempeña un papel importante en la reducción de la fricción y la carga mecánica en las articulaciones sinoviales, como la rodilla. Este tejido no está provisto de vasos sanguíneos, nervios ni circulación linfática, lo que limita su capacidad de curación(1). La lesión o degeneración del cartílago articular disminuye su movilidad y suele provocar dolor al movimiento y, en casos de mayor gravedad, causa deformidades y dolor constante(1,2).
Las lesiones condrales que alcanzan el hueso subcondral (lesiones osteocondrales) no se curan y pueden evolucionar hacia la artrosis con el paso del tiempo(3-6). Se pueden obtener excelentes resultados clínicos entre los pacientes de edad avanzada con artrosis grave cuando son tratados con artroplastia total de rodilla. En el caso de los pacientes jóvenes, todavía no se ha establecido en la literatura un tratamiento estandarizado para los defectos condrales de la rodilla, a pesar de algunos intentos de organizar dichos tratamientos en forma de algoritmos de gestión(7,8). Entre las alternativas terapéuticas, se puede mencionar el simple lavado articular con o sin desbridamiento: a través de éste, se pueden eliminar las sustancias y cuerpos libres que degradan el cartílago y causan dolor(9). Las perforaciones, microfracturas y abrasiones regeneran la superficie articular con tejido similar al cartílago hialino (fibrocartílago), a partir de células mesenquimales medulares(10). La mosaicoplastia (trasplante osteocondral autólogo) y el trasplante de condrocitos autólogos, también conocido como implantación de cartílago autólogo (ICA) (9), son otras alternativas de tratamiento.
Cartílago del cóndilo femoral medial
El menisco medial tiene forma de “C”, mientras que el lateral es un círculo incompleto más corto con “cuernos” más cercanos. El menisco medial se rompe con más frecuencia, en parte debido a esta forma diferente, pero también por su unión al ligamento colateral medial, mientras que el lateral se aparta de la compresión entre el fémur y la tibia por el politeo. Las ramas superior e inferior de las arterias geniculadas medial y lateral irrigan el tercio periférico de los meniscos a través del plexo capilar perimeniscal.3,4
Las roturas de menisco se producen debido a una fuerza de cizallamiento entre el fémur y la tibia. En los pacientes más jóvenes, suele tratarse de una fuerza de torsión en una rodilla flexionada con carga de peso. A menudo se trata de “desgarros en asa de cubo”, en los que hay un desgarro vertical u oblicuo en el cuerno posterior que se dirige hacia el cuerno anterior,5 formando una sección suelta que permanece unida anterior y posteriormente.1 En los pacientes de mayor edad, los desgarros se deben generalmente a la degeneración asociada al envejecimiento y tienden a ser desgarros horizontales. La diferencia en el tipo de desgarro entre estas poblaciones se explica por la estructura fibrosa tridimensional del menisco: la deslaminación horizontal se produce en las lesiones degenerativas, mientras que la estructura fibrosa se rompe de forma vertical en los pacientes más jóvenes. La incidencia de la rotura de menisco puede llegar a ser de seis por cada 1000 habitantes6 , con un predominio masculino de 2,5 a 4 veces. La edad de la lesión alcanza su punto máximo entre los 20 y los 29 años.7 La meniscectomía parcial (extirpación de la sección desgarrada) es uno de los procedimientos quirúrgicos ortopédicos más realizados.8