Calendario de recuperación de la fractura trimaleolar
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La fractura de cualquier hueso puede ser dolorosa y requerir tiempo de recuperación, pero la fractura de tobillo es especialmente difícil. Si bien los accidentes deportivos de alto impacto pueden causar fracturas de tobillo, también pueden hacerlo las simples caídas. El tipo y la gravedad de la fractura determinarán tanto el tratamiento como la duración de la recuperación. Una fractura bi o trimaleolar es extremadamente grave e incapacitará a la persona durante un largo periodo de tiempo. Un programa formal de fisioterapia durante un largo periodo de tiempo es vital para la recuperación.
En el extremo distal de la tibia y el peroné se desarrolla un “bulto” de hueso que se convierte en un maléolo o maleolo (en singular). Estas proyecciones óseas son utilizadas por los tendones para crear un efecto de polea que les permite generar la mayor fuerza necesaria para mover y controlar el complejo tobillo/pie. Es una zona que actúa como lugar de anclaje para los ligamentos que son las estructuras estabilizadoras estáticas del complejo tobillo/pie. Hay dos maléolos muy notables y un tercero que no es reconocible sin el uso de una radiografía. La tibia tiene los maléolos medial y posterior y el peroné tiene los maléolos laterales. Si dos de ellos están implicados en una fractura de tobillo, entonces se etiqueta como una fractura bimaleolar y si los tres están implicados entonces el diagnóstico se convierte en una fractura trimaleolar.
Historias de recuperación de fracturas trimaleolares
Una fractura ósea (abreviada FRX o Fx, Fx o #) es una condición médica en la que se produce una ruptura parcial o completa de la continuidad de cualquier hueso del cuerpo. En los casos más graves, el hueso puede romperse en varios fragmentos, lo que se conoce como fractura conminuta[1]. Una fractura ósea puede ser el resultado de un impacto o estrés de gran fuerza, o una lesión de traumatismo mínimo como resultado de ciertas condiciones médicas que debilitan los huesos, como la osteoporosis, la osteopenia, el cáncer de hueso o la osteogénesis imperfecta, en cuyo caso la fractura se denomina propiamente fractura patológica[2].
El daño a las estructuras adyacentes, como los nervios, los músculos o los vasos sanguíneos,[4] la médula espinal y las raíces nerviosas (en el caso de las fracturas de la columna vertebral), o el contenido craneal (en el caso de las fracturas del cráneo) puede causar otros signos y síntomas específicos[cita requerida].
Algunas fracturas pueden dar lugar a complicaciones graves, incluida una afección conocida como síndrome compartimental. Si no se trata, el síndrome compartimental puede requerir la amputación de la extremidad afectada. Otras complicaciones pueden ser la no-unión, en la que el hueso fracturado no se cura, o la mal-unión, en la que el hueso fracturado se cura de forma deformada. Una forma de malunión es la malrotación de un hueso, que es especialmente frecuente tras las fracturas de fémur y tibia[5].
Complicaciones de las fracturas trimaleolares
La principal área de investigación del Prof. Kevin Deschamps estima la carga in vivo de las articulaciones del pie en pacientes con artritis a nivel de una o más articulaciones del pie. También se realizan investigaciones básicas sobre las características morfológicas de los músculos intrínsecos y extrínsecos del pie y sobre cómo estos músculos contribuyen al comportamiento receptivo y propulsivo de las articulaciones del pie. Un tercer componente de la línea de investigación de Kevin estudia el papel del calzado y de las plantillas ortopédicas en la optimización de la marcha en pacientes con patologías de pie y tobillo. Kevin Deschamps también trabaja como podólogo en el Laboratorio de Análisis Clínico del Movimiento de los Hospitales Universitarios de Lovaina, donde evalúa a pacientes con patologías musculoesqueléticas del pie y las extremidades inferiores.
Protocolo de fisioterapia en caso de fractura trimaleolar
Calidad de los estudios incluidosCada uno de los ensayos controlados aleatorios incluidos [8, 9, 15] mostró unos criterios de inclusión y exclusión claros. En dos [8, 9] de los ECAs incluidos, el algoritmo de aleatorización se generó desde un ordenador. La ocultación de la asignación se realizó mediante sobres cerrados opacos en dos ECA [8, 9]. Ninguno de ellos proporcionó la información del doble cegamiento. Una publicación [9] proporcionó la vinculación de la evaluación de los resultados. Todos los ECA, excepto un estudio [15], informaron de los datos completos de los resultados. El análisis de intención de tratamiento se realizó en dos ECA [8, 9], por lo que existiría un riesgo potencial de error estadístico de tipo II. La publicación relativa a la rentabilidad fue de nivel de evidencia II. Los resultados de la calidad de los ECAs incluidos se muestran en la Fig. 2. Los estudios tenían una puntuación MINORS media de 16,33 ± 2,05, lo que indicaba una calidad de la evidencia regular. Los resultados detallados de la puntuación MINORS se presentaron en la Tabla 1.Fig. 2La calidad de los ensayos controlados aleatoriosImagen de tamaño completo